Un panorama de la literatura y juvenil francesa desde a mirada del autor Joel Franz Rosell. Y la propuesta de un nuevo término: "orilatura".
Por Maryta Berenguer
Escritora, narradora y formadora de narradores. Fundó la biblioteca Pajarita de Papel en Bahía Blanca.
El frío del otoño en París se hace sentir. Estamos en la Feria del Libro Infantil Juvenil que aquí se llama Salon du Livre et de la Presse Jeunesse que está en un municipio colindante con París: Montreuil. Un espacio ferial moderno, digno de esta feria, que ocupa tres amplios pisos con un laberinto de stands que parecen iluminados por los libros. Joel me espera en el café del segundo piso. Antes de comenzar la nota, quiero decir que Joel Franz Rosell es un escritor cubano-francés que lleva más de treinta libros editados en francés y castellano americano (según Mempo Giardinelli, ese es el nombre correcto de nuestro idioma), algunos de los cuales relaciono al final de esta nota.
Sentado muy elegante como siempre, traje claro color tabaco, corbata al tono, nos saludamos estrechándonos la mano porque su resfrío es de temer. Después de algunos recuerdos de otras ocasiones similares a esta, la entrevista comenzó al preguntarle cómo veía el equilibrio entre la ilustración y el texto en los nuevos libros, y la comercialización de novelas y cuentos.
—En Francia la historia no es lo principal en un libro. Por supuesto cuenta el estilo, pero hay un boom de la ilustración. Álbumes fascinantes a la vista, pero las historias a veces no están a la altura. Hay juegos de estilo, de palabras, recreación de la vida cotidiana… Hay álbumes para todos: de pequeños a adultos, pero los niños son los principales lectores pues en cierto momento, los adolescentes se inclinan por la lectura en las tablets, computadoras, móviles. También su lectura se especializa: hay chicos que solo leen fantasy o manga… Las editoriales mantienen igual una buena circulación y venta debido a que las escuelas y bibliotecas compran con partidas asignadas. Las novelas para niños son adquiridas generalmente por los mismos pequeños, debido a que aquí, en Francia, hay muchísimas librerías. En mi barrio, un barrio de clase media trabajadora, hay tres librerías en las que se venden tantos álbumes ilustrados como novelas de tapa blanda o libros documentales muy interesantes y visualmente creativos. Muchas librerías especializadas en libros para chicos incluyen juguetes y papelería, pero lo impresionante es que casi no hay librería generalista sin una importante sección infantil. Todo chico francés tiene su paga semanal y es común ver a los chicos comprando el libro que les gusta. A la venta de novelas ayuda el llamado “cheque-libro” que las municipalidades conceden una vez al año y que cubre aproximadamente el precio medio de un libro de tapa blanda.
—En Argentina suelen firmar los escritores, a veces los ilustradores. Pero en esta feria he visto que los dibujantes son las verdaderas estrellas.
—Una de las causas fundamentales de esto es que los ilustradores (y los autores-ilustradores de historieta) son conocidos y seguidos por su estilo, y hay un público coleccionista. Cada dedicatoria es un dibujo original que prestigia el ejemplar. Hay quien ni siquiera lee los álbumes de su colección, pero no se pierde una novedad del ilustrador que admira. De ahí las largas filas que se forman en los stands. Tú me viste hoy firmando a mucha gente porque mis dedicatorias son dibujos (que nunca repito). En realidad yo no soy el ilustrador de la serie Gatito, pero como soy ilustrador de otros libros, me tomo la libertad de hacer mi propia versión del protagonista de la serie, maravillosamente ilustrada por Constanze Kitzing. Si solo escribiera unas palabras como dedicatoria, ten por seguro que muchos no se acercarían a mirar mis libros…
Joel se sonríe con picardía y continúa hablando de su producción literaria.
—Llevo en total 30 libros publicados. Una decena en España, 10 en Francia, 7 en Cuba, 6 en Argentina, 4 en México, etc. En Cuba, por razones económicas, no es fácil publicar un libro. El papel es importado y los libros para niños se venden en moneda no convertible. Sin la subvención estatal sería imposible. En 1983 de mi primer libro se hicieron 50.000 ejemplares que se agotaron enseguida. El año pasado la mayor editorial cubana tiró solo 5.000 ejemplares que se van a agotar enseguida… Pero no se va a reeditar, pues todos los autores prefieren publicar un nuevo libro y no hay papel para nuevas ediciones y reediciones. Y se da la preferencia, de manera comprensible, a los autores que viven en la isla. Por eso de mis 30 libros solo 7 han sido publicados en Cuba. Yo tengo la suerte de publicar en editoriales que cubren todo el mundo hispánico y que reeditan gran parte de su producción: Fondo de Cultura Económica, Ediciones SM, Edelvives, Kalandraka.
El mercado del libro en Francia
—¿Un escritor no estrella puede vivir de su producción literaria en Francia?
—No, de ninguna manera. El mercado francés es muy duro. Solo en el Salon du Livre de Montreil se presentan este año 400 autores, casi todos con novedades. En Francia aparecen ¡7.000 títulos nuevos cada año! El francés es la lengua de los 67 millones franceses, pero también lengua oficial de Bélgica, Suiza, Quebec y de numerosos países africanos y diversos territorios de los océanos Índico y Pacífico. Muchos de esos países exportan a Francia más libros de los que importan. Es una magnífica diversidad, pero la competencia es ruda.
Por otra parte, Francia es un país de inmigración con millones de personas que vienen o tienen padres o abuelos en todos los continentes. Los niños se mezclan desde la escuela y se publican libros con autores o con formas y temáticas africanas, del mundo árabe, de Irán, la India, China, Paquistán, Oceanía… No solo la población, sino la literatura francesa es mundial por sus raíces y savias.
—Eso se observa a simple vista en calles, supermercados, metros, buses, escuelas y aquí mismo, en la Feria, un mundo absolutamente internacional tanto en nacionalidad como en religiones.
—París es una capital-mundo como pueden ser Londres o Nueva York. Yo nunca camino las cuatro cuadras que mide mi calle sin escuchar cuatro o cinco lenguas: árabe, hebreo, ruso o serbio (no alcanzo a diferenciarlo), chino, italiano o ¡argentino! Y no te hablo de un barrio turístico, lleno de hoteles y monumentos, sino de un barrio residencial común y corriente.
—Tengo la impresión, por lo que usted dice, que el mercado del libro en Francia es muy duro.
—Para autores e ilustradores, el mercado francés es durísimo. Las editoriales depositan los libros en las librerías por un plazo corto. Al cabo de ese tiempo, la librería debe pagarlo, lo haya vendido o no. Como cada día llegan decenas de títulos nuevos, ¡a veces los libros son devueltos sin haber estado en la estantería! Es una rotación infernal en la cual el que más gana es el distribuidor. El plazo varía, pero hoy el destino de un libro queda saldado en menos de un mes. No los sacan de catálogo, pero no están visibles en las librerías, y si la promoción, la crítica, o el amigo rumor no los salva, al terminar el año ya están condenados. Los porcentajes del autor en literatura para adultos giran en torno al 10 % mientras que en literatura infantil apenas llegan al 6 %, cuando el precio de venta del libro infantil es generalmente la mitad del precio de una novela. Solamente el 2 % de los autores franceses viven de sus libros. El resto lo compensamos con talleres, seminarios, charlas, lecturas, y con los cientos de salones y ferias de libros que, si te invitan expresamente, te pagan honorarios muy superiores a lo que ganas en derechos de autor.
—Pese a que no es una novedad, he visto más libros que en otras oportunidades con grabaciones hechas por narradores profesionales, ilustradores y escritores que no necesariamente son los mismos. También me han impresionado libros sobre museos. ¿Qué opinión puede dar sobre este tema?
—Efectivamente, hay muchos libros con CD o DVD. Francia junto con Gran Bretaña son países que han desarrollado de manera espectacular el libro informativo y son muy aceptados, tanto los que hablan de ciencia y tecnología como los que enriquecen la percepción del arte, la arquitectura, el medioambiente o la historia. Yo diría que hay un nuevo didactismo que se expresa en novelas situadas en marcos históricos muy cuidadosamente presentados (desde el Egipto faraónico o la Grecia de Pericles a la Toma de la Bastilla, la guerra de Vietnam o la caída del Muro de Berlín), o narraciones que discuten temáticas sociales o filosóficas. Hay autores que se han especializado en este tipo de narraciones y viven holgadamente de sus derechos, pues sus libros son muy apreciados como material para-escolar. Por otra parte, la “oralitura” cuenta con muchos adeptos en Francia. Como sabemos, está la narración folclórica por un lado y los narradores que cuentan cuentos de autor por el otro, y en ambos casos, los textos vienen acompañados por la voz del narrador oral y también con grabaciones musicales. Hay mucha “oralitura” de diversa fuente europea (celta, nórdica, eslava), oriental (árabe, persa, hindú), africana o latinoamericana (afroamericana, aborigen, etc.).
—¿Qué autores destacaría de la actual literatura francesa para chicos?
—La primera que me viene a la mente es Suzie Morgenstern, una estadounidense que se hizo escritora en Francia y que tiene un formidable sentido del humor. Igualmente conocida y reconocida es Marie-Aude Murail, con igual capacidad para el realismo que para la fantasía. También puedo citar algunos candidatos recientes al premio Andersen, como el internacionalmente conocido novelista Thimothée de Fombelle o los singulares autores-ilustradores François Place y Claude Ponti.
—Joel, ha sido un placer haber conversado usted y sabe que su cuento “Sueños” me sigue acompañando y lo sigo narrando como el mismo día que lo estrené hace muchos años en la Biblioteca Nacional de Buenos Aires.
Para seguir leyendo a Joel
- La literatura infantil: un oficio de centauros y sirenas. Buenos Aires. Lugar Editorial, 2001. Ensayo.
- Mi tesoro te espera en Cuba. Zaragoza. Edelvives, 2008
- La leyenda de Taita Osongo. México. Fondo de Cultura Económica, 2006. Premio La Rosa Blanca •
- Exploradores en el lago. Madrid. Alfaguara, 2009
- La bruja Pelandruja está malucha. Madrid. Ediciones SM, 2010
- Sopa de sol. Buenos Aires. Tinta Fresca, 2011
- Gatito y el balón, Gatito y la nieve y Gatito y las vacaciones. Pontevedra. Kalandraka, 2012. Ilustraciones de Constanze Kitzing
- El secreto del colmillo dorado. Bogotá. Libros & Libros, 2013
- Concierto n°7 para violín y brujas. México. Fondo de Cultura Económica, 2013
- Había una vez un espantapájaros. Bogotá. Libros & Libros, 2014. Ilustraciones del autor
- María es pintora. México. Editorial 3 Abejas, 2015. Ilustraciones: David Nieto.
- Tito y su misteriosa abuela. La Habana. Gente Nueva, 2015.
Para seguir escuchando a Maryta
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