Instalaciones poéticas

De rupturas y desplazamientos en las prácticas de lectura y escritura. La intervención con instalaciones poéticas en el espacio universitario.

De rupturas y desplazamientos en las prácticas de lectura y escritura.

Por Mgr. Claudia Mariana Santiago

CV: Es Profesora y Licenciada en Letras. Diplomatura Superior en Currículum y Prácticas Escolares en contexto, por FLACSO. Magister en Docencia Universitaria (UNaM).
 Actualmente ejerce la docencia como Profesora regular adjunta simple para la asignatura Práctica Profesional III del Área de Formación docente en la Facultad de Humanidades y Ciencias Sociales, co-coordinadora de la Práctica Profesional III del Profesorado en Letras desde 2007.


En las aulas podía pasar otra cosa ¿desde cuándo yo tenía esta certeza? creo que desde siempre.

Mi biografía infantil estaba llena de escenas escolares mi padre, docente, en un aula de la escuela Normal de Montecarlo (provincia de Misiones), en los años sesenta, entre bancos de madera, pupitres con olor a tinta; desataba con sus alumnos una conversación que a mí me apasionaba escuchar.

Ya en los años ochenta, con mis alumnos en la escuela Normal de Posadas, estrené mi profesión junto con la democracia recuperada eran jóvenes que conmovidos y desbordantes en el uso de la palabra, me facilitaron la habilitación de géneros no convencionales en el aula. Estaba segura entonces de que en el aula podía pasar otra cosa y esa otra cosa tenía estrecha relación con el afuera, con el dejar entrar o poner en vínculo las producciones culturales, el revés de la trama, como dice Gustavo Bombini, las tensiones, las negociaciones, las mediaciones y las disimetrías en relación a los sujetos hacen posible otros vínculos y otros sentidos.

Entonces el desafío fue diseñar prácticas prefigurando experiencias, las que J. Larrosa describe como un asombro aún indefinido que presupone el pensar, fue habilitar la ocasión, reconocer que el revés de la trama estaba compuesto por una diversidad de producciones culturales que se enriquecen entre el afuera y el adentro de la escuela.

Desde aquellas experiencias centré la atención en las fronteras que se constituyen entre el espacio educativo y el campo general de la sociedad y la cultura. Había que repensar espacio y tiempo escolar en diálogo con las prácticas extraescolares.

En tanto las instituciones educativas no están simplemente alojadas en un espacio, sino que ellas mismas son un espacio donde el estar con otros presupone una forma de vínculo y de producción. Hargreaves (1992), señala la necesidad de contraponer la monocromía del tiempo técnico-racional de la escuela tradicional a la del tiempo policrónico, donde los sujetos realizan simultáneamente diversas acciones (ver la televisión, navegar por Internet y hablar por teléfono al mismo tiempo) que redefine a las personas y a sus relaciones. Es necesario considerar la pluralidad y simultaneidad con la que espacio y tiempo configuran nuevas formas de percibir y representar el mundo, pues los medios de comunicación los han transformado y con ellos a los sujetos.

Estos interrogantes se fueron enriqueciendo a partir de acciones o actividades compartidas con colegas como Sergio Frugoni, Alcira Bas, Claudia López y Martín Broide; ellos propiciaron prácticas de lectura y escritura que ampliaron mis vivencias, como lo hizo la lectura del Taller de escritura de Maite Alvarado y Gloria Pampillo, desde donde nos proponen recuperar el concepto de invención como (re) descubrimiento de algo ya dado, en fuentes externas o en la propia memoria, prácticas reflexivas desde la escritura con otros.

¿Por qué instalaciones poéticas?

En primer lugar debo decir que estas son experiencias aprendidas de otras manos, colegas de la Universidad de la Plata (UNLP), de la Universidad de Buenos Aires (UBA), La Ciepa (Compañía Itinerante de Educación Por el Arte), la experiencia poética con susurradores de Mirtha Colángelo, en esos pasajes hemos ido reconstruyendo y construyendo nuestras propias experiencias poéticas.

La instalación artística es un género de arte contemporáneo que comenzó a tomar un fuerte impulso a partir de la década del 50 y que espera generar una experiencia visual, conceptual en un espacio y tiempo determinado, el espectador, el lector en nuestro caso, puede interactuar con ella. Pueden utilizarse cualquier medio, desde materiales naturales, comunicación, tales como video, sonido, computadoras e internet, fotografías pero lo más significativo para nosotros es la selección de textos de calidad literaria, aquellos de poca circulación en los ámbitos escolares y/o académicos.

Trabajar con la disrupción espacio-temporal del espacio público, tiene que ver con la necesidad de detener la circulación y el sentido del habitar para generar otro. La instalación poética pretende propiciar una experiencia efímera, entre la palabra poética leída, narrada, escrita, susurrada, pintada, fotografiada para potenciar otros modos de acceso a la lectura y a la escritura, es en esa zona de frontera donde los espacios convencionales pueden potenciar y diseminar sentidos.

Modificamos el andar, el ritmo del caminante para experimentar lo poético más allá de los textos que usualmente llamamos “poesía” las instalaciones son un espacio dentro de otro, un tiempo detenido sin fin utilitario, un no lugar donde se produce un flujo múltiple, donde se pone en discusión el canon institucionalizado, se abren las puertas a otras producciones, lo poético se hace presente incorporando los particulares efectos de sentido que producen los textos poéticos en los lectores.

Realizamos instalaciones poéticas en la escuela media, en plazas, al interior de la Facultad de Humanidades y Sociales de la UNaM en aulas o pasillos; el extrañamiento fue ocasionado por palabras e imágenes, poesía visual, grafitis, música, cancionero popular, algunos de los autores que nos acompañaron: Violeta Parra, Atahualpa Yupanqui, Ramón Ayala, Luis Alberto Spineta, Diana Bellesi, Raúl González Tuñón, Alejandra Pinarnik, Silvio Rodríguez entre otros, el espacio estaba acondicionado con velas, música, café o mate allí los alumnos practicantes esperaban a los visitantes para invitarlos a cruzar el umbral de la instalación provocando experiencias de lecturas y escritura.

Para ello diseñaron artefactos: susurradores, las botellas con palabras, palabras imantadas, libros no convencionales, tarjetas postales, tendederos poéticos, la música y la canción poética, los videos poéticos, imágenes, donde la lectura y la escritura situadas en la tercera zona de la que habla Donald Winicott, zona de frontera entre las subjetividades y el mundo objetivo, que invitan a leer y escribir en un borde de exploraciones gozosas, al decir de Graciela Montes.

Estas instalaciones son un lapso en el tiempo, generamos un dónde, un cuándo y un con qué ocasiones, que potenciaron otros modos de mediar, de aprender y de indagar con la palabra y el cuerpo.

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Prohibido Leer

Una de las instalaciones realizadas durante el 2016, fue la que denominamos Prohibido Leer en conmemoración al golpe cívico-militar del 24 de marzo (ver más sobre la experiencia), donde elegimos poner en escena los libros censurados de la Literatura Infantil y Juvenil, sus actores, sus luchas, etc.

En esta ocasión desplegamos el concepto de montaje como praxis que conlleva un esfuerzo de comprensión, selección, interpretación, argumentación, etc., como así también lo requiere el proceso de escritura y lectura que se precie de creativo, crítico e independiente.

Para que el conocimiento y la producción por montaje se puedan materializar, es necesario trabajar con experiencias que permitan: buscar, agrupar, analizar, reconocer datos, encontrar omisiones, ordenar, resumir, separar, secuenciar, sintetizar, clasificar, comparar, jerarquizar, desarrollar, articular, dialogar, reflexionar, tarea a la que nos abocamos como colectivo de docentes y alumnos que componemos el Centro de Mediación e Indagación sobre Prácticas de Escritura y Lectura en Literatura Infantil y Juvenil (CeMILLIJ).

El proceso de montaje nos permite en cada evento, armar, recuperar, recordar una historia, un acontecimiento, un relato y al mismo tiempo, es una forma de pensar, es su síntesis. Pues el montaje es la unidad caleidoscópica de una realidad representada a través de diálogos, textos, fotos, decorados, ambientación, música, etc. Así los actores aprenden/producen efectuando modificaciones sobre sus conocimientos en un movimiento reflexivo hacia atrás que los lleva al mismo tiempo a negar y a recuperar lo anterior articulándolo con lo nuevo, con lo diferente, abriéndose a una resignificación superadora, pero para que esto suceda se lo debe propiciar desde una mediación que lo reconozca como el camino necesario para la invención.

La invención puesta a andar con los dispositivos lúdicos ofrecidos, busca información en la memoria para que la búsqueda sea exitosa el secreto estará en la consigna. Al decir de Maite Alvarado, miembro del grupo Grafein,: «a veces, la consigna parece lindar con el juego, en otras ocasiones, con un problema matemático. Pero cualquiera sea su ecuación, siempre la consigna tiene algo de valla y algo de trampolín, algo de punto de partida y algo de llegada”.

Nuestra llegada a la lectura, dice Jean Privat, siempre es social, la lectura lejos de ser pura técnica y/o de pura actividad individualista está saturada de sociabilidad: gestos aprendidos, discursos y objetos intercambiados, ritmos apropiados, imaginarios compartidos, valores incorporados, estrategias, entendemos que si no hay interacción, no hay aprendizaje, de allí que consideramos a las instalaciones poéticas como prácticas de experiencia y aprendizajes significativas.

Parafraseando a Graciela Montes decimos que las instalaciones actuarían como mediadoras pues ofrecen anticipos apasionantes, desafíos no previstos, en general impulsan a forzar los límites, a ampliar la recepción saliéndose del circuito estricto.

Al comienzo de este artículo dije que sabía desde mi propia biografía que en las aulas podían pasar otras cosas, hoy estoy segura que dentro y fuera de ella pueden suceder acontecimientos de aprendizajes enriquecedores, amplios, diversos, transformadores si espacio y tiempo se alejan de un sentido estrictamente utilitario y logramos habilitar encuentros colectivos y dialógicos artísticos, que nos permitan reescribir sentidos, este proyecto es posible porque un grupo de docentes, graduados y alumnos nos autoconvocamos para ello todo acto colectivo cambia la práctica educativa y social de un pueblo.

 

Bibliografía

Alvarado, Maite. Escritura en invención en la escuela. Fondo de Cultura Económica. Buenos Aires, 1994.
Barthes, Roland. El susurro del lenguaje. Más allá de la palabra y la escritura. Paidós, Buenos Aires, 1994.
Bombini, Gustavo. La trama de los textos. Editorial el Quirquincho, Buenos Aires, 1991.
————————La lectura: una práctica posible en El monitor. Revista del Ministerio de Educación, Ciencia y Tecnología, Nº 1, V época, octubre. Argentina, 2004.
Broide, Martín. http://www.puentesculturales.com.ar.
Colángelo, Mirta. De Susurros y susurradores. Comunicarte. Córdoba, 2015.
Kalman, Judith. El acceso a la cultura escrita: la participación social y la apropiación de conocimientos en eventos cotidianos de lectura y escritura. Revista mexicana de investigación educativa, enero-abril, Vol. VII, número 17, pp. 37-66, Consejo Mexicano de Investigación Educativa, México, 2003.
Privat, Jean. Socio-Lógicas de las didácticas de la lectura. En Lulú coquette. Revista de didáctica de la lengua y la literatura año 1.nº1, 2001.
Skliar, Carlos. Ensayos mínimos entre educación, filosofía y literatura. Larrosa, Jorge. Lo dicho, lo scrito, lo ignorado Miño Dávila. pág. 86, 2011.
Frugoni, Sergio. La escritura personal de los jóvenes. Apuntes sobre una práctica invisible. Media Revista. Revista cultural para profesores de escuelas medias. Buenos Aires: Escuela de Capacitación CePA, 2007.Hirschman, Sara. Gente y cuentos ¿A quién pertenece la literatura? Fondo de Cultura Económica, México, 2011.
Montes, Graciela. La Frontera Indómita. Fondo de Cultura Económica. México, 2011.
Rodari, Gianni. Gramática de la Fantasía. Buenos Aires, Colihue, 2010.
Rockwell, Elsie. La lectura como práctica cultural: concepto para el estudio de los libros escolares. Lulú Coquette. Revista de didáctica de la lengua y la literatura. Buenos Aires, El Hacedor-Jorge Baudino Editores, Año III, Nro. 3, noviembre 2005.
Santiago, Claudia. Espacio Escolar Fronteras del Conocer. Tesis de Maestría – en proceso de Edición Editorial Universitaria. UNaM, 2005.
Winnicott, Donald W. Realidad y Juego. Gedisa. Barcelona, 2008.

Editores en acción

Desde el aula de taller, los chicos guionan y realizan sus cortos en el marco de un proyecto institucional de diálogo y convivencia.

Autora: Valeria Sorín

La idea de talleres a contra turno en las escuelas no es simple de implementar porque la lógica del taller va a contrapelo de la lógica escolar. Hace ya diez años que la escuela 20 del Distrito Escolar 10 de la ciudad de Buenos Aires tuvo la oportunidad de cambiar su modalidad de funcionamiento. La jornada escolar se desarrolla por la mañana, pero a la tarde vuelve a cobrar vida con los talleres.

Varios de estos talleres trabajan con las computadoras como apoyo, como herramientas complementarias. Los alumnos de primero, segundo y tercer grado asisten a talleres donde trabajan sobre imágenes, para que estas cuenten algo. Son las fotos narradas, donde han elegido un sonido y un texto y deben, por lo tanto, buscar imágenes adecuadas. Los chicos de tercero y cuarto que lo desean asisten al taller de Herramientas para aprender, donde el trabajo con la computadora es también sostén del espacio.


Editar contenidos

Al enterarnos de la existencia del taller Editores en acción, el vicio profesional nos llevó a imaginarlos trabajando en editar contenidos para libros y revistas de papel. La propuesta era finalmente más amplia y específica a la vez.

La escuela ha tomado como proyecto institucional el respeto y la convivencia, y basan este proyecto en dos ejes: uno de ellos es la formación de lectores competentes; el otro, desarrollar competencias expresivas para poder decir lo que nos pasa. Su directora, Alicia Vela, lo expresa así: “El taller se inserta en el proyecto escuela, en tanto una búsqueda por trabajar la comprensión lectora, entendiéndola como comprensión activa. El mismo proyecto sostiene que no hay una correspondencia directa entre texto, imagen y sonido, que a veces se pueden complementar y a veces no. Por eso este taller es para los más grandes. Porque se necesita un entrenamiento previo para poder trabajar la polisemia de la imagen. Todo lo que tiene que ver con las diferentes lecturas que puede tener una imagen enriquece a todo el grupo”.

Al fin y al cabo, porque leemos, tenemos la posibilidad de expandir nuestro horizonte de comprensión. Podemos expresarnos mejor también, y ya tenemos las dos puntas del diálogo, motor de convivencia.
¿Bullying o bowling?

En 2014, el grupo de sexto y séptimo que asistía al taller de Editores en acción se plegó a una consigna interesante. El Museo del Cine convocaba al concurso Hacelo corto para chicos de todo el país. Solo que en esta ocasión el tema para la campaña fue Nuevas miradas sobre el bullying. “Todo lo cual se articulaba con el proyecto institucional”, agrega Vela.

Finalmente ganaron el primer premio con un corto que los mismos chicos guionaron, actuaron, editaron y le pidieron prestados al Taller de Artes Visuales algunos efectos. El corto muestra cómo se piensa un video, cómo se pasa de un debate acerca de qué es el bullying (¿el bowling?), a la realización de tres ideas cada una más divertida y extravagante acerca de cómo responder al bullying.

Aporta la docente Cecilia Binaghi, “el taller nos enriquece, tanto a los chicos como a nosotros. Ellos buscan otras formas de hacer las cosas. Al salirse de la regla comienza la creatividad, y la incorporación de cosas nuevas”.

La idea de alfabetización en una cultura digital comprende también otras habilidades y herramientas. Forma parte de la alfabetización actual poder comprender esas imágenes y ponerlas en relación.”, completa Alejandro Pisera.

Al fin y al cabo, como recuerdan Binaghi y Vela, desarrollar el pensamiento crítico forma parte de la currícula.


Recursos en falta

El taller de editores en acción fue presentado originalmente por el especialista InTec Alejandro Pisera, para realizarlo en coordinación con la docente recuperadora de la escuela, Cecilia Binaghi. De esta forma, cada uno aportaba un saber específico y se podía trabajar en pareja pedagógica. Así se llevó a cabo el primer año y parte del segundo. Hasta que las horas de Alejandro fueron derivadas a otra escuela con la finalidad de apoyo informático.

No hubo de parte de las entidades respectivas, dependientes del Ministerio de Educación porteño, ninguna respuesta a la solicitud de la escuela de devolverle las horas al docente o bien reemplazarlo con otro docente especialista. La modalidad de taller implica trabajar con grupos pequeños, o bien con más de un docente en el aula. Lo grupal tiene una preponderancia importante en el taller y promueve el trabajo colaborativo, siempre con la mirada puesta en el producto final.

Ojalá se entienda la necesidad de revertir esta medida.

Entender la profundidad de las cosas

historieta.2013Por Daniela Azulay

A partir del quiebre de lo establecido, un grupo de docentes de diversas asignaturas activa una nueva forma de vincularse con los contenidos.

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