El mundo Varsky tiene su propia paleta de colores y de sonidos. Acá una puerta de acceso.
Por Valeria Sorín
El mundo Varsky tiene su propia paleta de colores y de sonidos. Acá una puerta de acceso.
Si a este artículo pudiera ponerle banda de sonido, sería “Je veux” de la cantante francesa Zas. Es el deseo, pero sobre todo es el desear ser/hacer permanente lo que caracteriza a una artista siempre cambiante, siempre inquieta, siempre en ebullición creativa.
Probemos otro comienzo para esta nota. Caminamos por el sitio web de Laura Varsky y leemos:
«El movimiento del agua, unas rejas antiguas, mi gata durmiendo, cualquier gato jugando, la Bodoni, un hilo descosiéndose, las baldosas de una galería, un azaroso close up sobre un Van Gogh, la primera página de un libro viejo, un bosque en otoño, una mancha de tinta desafortunada…
Esas cosas que me motivan«.
Y la banda de sonidos debería incluir el tema My favorite things, ya sea entonado por la novicia Julie Andrews o en la versión instrumental de John Coltrane.
Apuntes para una biografía de Varsky
- En su adolescencia decidió ser diseñadora gráfica para poder crear tapas de discos. Y lo hizo. Los premios Grammy y Gardel ganados por su arte dicen que lo hace muy bien.
- Al desarrollo creativo de las carátulas escolares le puso estudio y creó dos tipografías (Lady Dodó y Lady René).
- Unos años después de recibirse se topó con el mundo de la ilustración.
Y se zambulló de lleno en él.
- Sus libros suelen agotarse en el stand de la Feria del Libro de Buenos Aires que los exhiba.
- Se casó con otro ilustrador, Christian Montenegro, y juntos tienen dos hijos.
- Vive en el mismo barrio, en la misma casa donde creció. Y como tantos artistas, ha sabido trazar líneas imaginarias por las que salir de Ramos Mejía al mundo, sin necesidad de anclar en Buenos Aires.
Textuales sobre la vocación
“De chica iba a contraturno a la Escuela de Estética, acá en Ramos. Y para mí era como un juego. Me acuerdo mucho de los ejercicios que nos hacían hacer. Tanto de dibujo como de escritura. Me encantaba escribir, más que dibujar”.
“Lo glorioso es poder hacer de eso algo de tu hacer cotidiano. Por ahí la entrada viene por otro lado. En mi casa no había mandato más que laburar, hacerte cargo de vos mismo, ser responsable”.
La identidad hecha trazos
–El diseñador siempre trabaja con otros. A usted se la ve todo el tiempo trabajando en equipo con otros profesionales.
–A mí lo que me gusta de diseñar es justamente lo interdisciplinario. Trabajar con ilustradores, con fotógrafos. Cuando comencé a trabajar como ilustradora, me faltaba eso. Por eso busco proyectos donde pueda darse lo asociativo. Me parece más enriquecedor.
Incluso los talleres que hago tienen que ver con esto de generar comunidad. Por eso también lo de La Noche de los Dibujantes me gustó: tener la oportunidad de conocer gente nueva. Este trabajo es tan individualista que es necesario vincularse. Te das cuenta de que las problemáticas que vos tenés son las mismas que tienen los otros. Si no, te volvés muy endogámico, corrés el riesgo de que quede encerrado en tu universo solo.
–La he oído decir que en el diseño hay una búsqueda de invisibilidad, mientras que la ilustración lo que se busca es el desarrollo de una impronta propia. Desde ese vaivén… creó dos tipografías a las que llamó Lady René y Lady Dodó, ¿por qué eligió esos nombres?
–A la primera le puse el nombre de mi gata, Lady René. La segunda la terminé porque le debía a mi otra gata su tipografía, Lady Dodó.
–Ahora bien, imagino que un astrónomo desea ponerle su nombre al cometa que descubre, como Halley. ¿Por qué no ponerle a alguna de las tipografías Varsky?
–Ni se me cruzó. Por un lado, me parece muy complicado. Toda mi vida deletreando mi apellido y diciendo cómo se escribía. Pero la verdad es que ni se me cruzó. La tipografía fue un proyecto más para mí. No sabía si a alguien le podía llegar a interesar, si alguien la iba a comprar o usar.
Yo di muchos años clase de tipografía, por lo que cuando comencé a dibujar, lo primero que me salía eran letras. Y a partir de ese trabajo más tipográfico-ilustrado fue que salió su necesidad. En ese momento yo ya estaba ilustrando, muchos de los trabajos de ilustración me los ofrecían por mi desarrollo de letras.
–Miro la Lady René y miro sus ilustraciones, se nota que nacen del mismo tronco. ¿Desde qué mirada se trabaja la creación de una tipografía o una ilustración?
–Lo que yo hago no es lettering ni caligrafía, porque ambas disciplinas tienen un trazo muy dominado que yo no puedo hacer. No tengo esa exactitud, esa cosa perfecta. Y tanto en la ilustración como en las tipografías me apoyé un poco en eso.
La identidad aparece en diferentes lugares. Y uno de esos lugares es lo que no nos sale. Yo sé que no me sale dibujar realista, ni sostener una caligrafía perfecta.
Y termina en una búsqueda. En lugar de buscar perfeccionar el trazo desde lo técnico, busco apropiarme de esta imperfección como lenguaje. También surge de los referentes. Hay algo del art nouveau que tiene que ver con esa forma, con esas líneas, que tiene que ver con las ilustraciones y las tipos –volviendo a las tipografías, les puse el nombre de mis gatos porque esos trazos me recuerdan a sus colas–.
Y en un punto, ese rasgo es el que me diferencia de otros.
Los colores de la vida
–En el proceso de la ilustración, ¿en qué momento incorpora el color?
–Bastante tarde. En realidad, pienso la ilustración en blanco y negro. La cierro en blanco y negro y después agrego el color digitalmente. Armo una paleta de colores muy acotada que tiene que ver con una fotografía o alguna cosa que me llama y voy pintando zonas.
Y tal vez después incorporo otro color o modifico algo. Pero es muy sistemático.
Me doy cuenta de que ilustro como una diseñadora. Cómo planteo los objetivos, cómo hago el desarrollo, cómo coloreo, cómo construyo, tiene algo del proceso del diseño.
A veces tengo una ilustración que después quiero aplicar en otra cosa, en otro formato y lo que hago es como hacerle un cambio cromático. En la misma ilustración en blanco y negro vuelvo a hacer ese trabajo del color. Es muy divertido cómo una misma composición va tomando otro carácter.
–¿Qué característica tienen esas paletas? Si es que hubiera un lazo común.
–Una vez la hija de una amiga estaba cursando las materias introductorias de la carrera de diseño y para hablar de colores complementarios mostraron una ilustración mía como ejemplo. Recién cuando me lo comentó me di cuenta de que siempre trabajo con colores complementarios en las paletas.
OLYMPUS DIGITAL CAMERA
OLYMPUS DIGITAL CAMERA
–El sistema siempre presente.
–Participar de La Noche de los Dibujantes me costó bastante porque tenía que partir siempre de una hoja en blanco, que no es mi forma de hacer. Soy muy sistemática y de construcción. De repente venía alguien y te pedía “Quiero un gato”. Y yo necesito verlo, planificarlo. No soy dibujante. Soy diseñadora. No tengo esa facilidad que tiene aquel que se maneja con el dibujo como expresión, como primer lenguaje.
¿Qué quedó en su identidad gráfica de la abuela rusa?
–Hay cosas que aparecen y desaparecen, y que son como influencias muy obvias.
Hace unos años desarmamos el departamento de mis abuelos. Y, en vez de llevarme cosas, lo que hice fue fotografiar: las muñecas, los echarpes. Porque además es material de trabajo. Con ese objetivo. Como fuentes de recursos y de inspiración.
Pero pasa como con toda la historia de uno, hay cosas de las que te das cuenta más fácilmente y otras de las que te das cuenta cuando las volvés a ver. Pero de mi abuela lo que más me quedó, más que gráficamente, es lo de ser una mujer que trabajó hasta los setenta y pico de años, que iba todos los días a trabajar. Que era abuela y era mamá, pero era sobre todo una trabajadora. Y de mi vieja, lo mismo.
Más que con algo gráfico tiene que ver con dedicarme a lo que me gusta y hacerlo sin excusas. Ahora, a pesar de tener hijos y todo, mi trabajo sigue estando en el mismo lugar. Solo aparecieron cosas nuevas.