Sección: Contexto
Por Mario Méndez
En estos meses empezó a circular un espacio colectivo para hablar desde el espacio de la LIJ argentina a la sociedad de referencia. Aquí sus promotores iniciales, Mario Méndez, Silvia Schujer y Sandra Comino, lo presentan.
El Colectivo LIJ tuvo tres momentos de nacimiento: un brindis de fin de año en una editorial, donde muchos escritores comentamos que debíamos juntarnos a charlar, a discutir, a pensar acciones en defensa de los espacios que sentíamos amenazados. Luego un mail que circuló entre varios escritores en exactamente el mismo sentido y a los pocos días, el momento más importante, la reacción que provocó en nosotros la represión a la murga Los Auténticos Reyes del Ritmo, en la Villa 1-11-14. Escribimos una especie de carta abierta, y pusimos a circular, en las redes y en algunos medios periodísticos, ilustraciones, poesías, relatos para expresar lo que sentíamos: que hay cosas que son intolerables, y que si nos dedicamos a escribir, ilustrar, narrar, editar para chicos, no podíamos callar.
Veníamos hablando de juntarnos los actores del mundo LIJ (escritores, ilustradores, editores, narradores, especialistas…) con la idea de hacer pública nuestra posición política en defensa de los logros que se venían realizando en Cultura y Educación, que por supuesto involucran a nuestro espacio, y que se encuentran amenazados. Esto es, entre otras políticas culturales, la compra de libros por parte del Estado para distribución entre familias que tenían poco o ningún acceso a la lectura, cuyo principal logro es la creación de lectores, sin los que nuestra labor no tendría sentido. El apoyo a las Bibliotecas Populares de todo el país, con inversión en libros y en capacitaciones. El desarrollo del Plan Nacional de Lectura, que permitió que muchos de nosotros llegáramos a ciudades y pueblos de todo el país, a encontrarnos con docentes y niños lectores. La defensa de los Derechos Humanos, con los que nos sentimos identificados y comprometidos. Y muchas acciones más. Creímos, en el momento de juntarnos (y lo seguimos creyendo, porque pruebas sobran: basta ver lo que acaba de ocurrir en la Biblioteca Nacional, donde se despidió a 250 trabajadores), que hay que defender aquellos espacios de cultura, de arte, de educación que nos involucran a todos, y especialmente a nosotros por nuestra pertenencia laboral.
Estaremos atentos a cada manifestación en contra de los intereses de los chicos lectores, de los docentes comprometidos, de los ciudadanos que ven amenazados, disueltos o vaciados total o parcialmente espacios como el ECuNHi, el Museo de Malvinas, el Centro Cultural Kirchner, Tecnópolis, el Plan Nacional de Lectura, el Proyecto Conectar Igualdad, y muchos más. Somos, y en eso coincidimos, un grupo de actores de la LIJ identificados políticamente con la defensa de la Cultura y la Educación. Por lo tanto, rechazamos las políticas neoliberales de ajuste, vaciamiento, reducción del Estado como garante del derecho a la lectura, la educación, el crecimiento.
No sabemos qué incidencia podemos tener. Pero aunque sea muy poca, creemos que debemos alzar la voz cada vez que nuestra conciencia lo exija. Creemos en la militancia en todas sus formas, no nos parece una mala palabra: al contrario, nos parece una palabra bella. Y hacemos, como podemos y la entendemos, una militancia cultural.