A poco de regresar de Río de Janeiro, pudimos conversar con María Beatriz Medina, directora de Banco del Libro de Venezuela.
Por Valeria Sorín
Luego de una intensa semana en Río de Janeiro, ya estamos de regreso en nuestras ciudades. Este diálogo, entonces, se da por mail. Si bien la distancia existe, la posibilidad de hacer una pregunta y obtener respuesta en diferido tiene su propio encanto: el de poder profundizar el pensamiento.
Ahora que regresamos, me interesa pensar la posibilidad del encuentro de entidades de literatura infantil y lectura con representantes de diferentes países: Cuba, Venezuela, Perú, Uruguay, Argentina, Brasil y Colombia. ¿Cómo se da ese intercambio y qué posibilidades reales tiene de mantenerse?
En relación con la forma como se da el intercambio entre las diferentes entidades regionales que trabajan en torno a la literatura infantil y juvenil y cómo se metaboliza en la práctica, la experiencia concreta da cuenta de una gestión comunicacional continua no solo sobre las experiencias, sino, y sobre todo, de reflexiones que nos llevan a revisar constantemente sobre la producción de libros para niños y jóvenes, y las acciones que llevamos a cabo.
La circulación delos libros para niños y jóvenes producidos en nuestros países tiene sus limitaciones, por lo que los encuentros presenciales contribuyen a acceder a muchas de estas publicaciones. Subsanar las trabas que complejizan esta circulación es una tarea pendiente.
Obviamente, el ámbito virtual donde se da el encuentro de distintas revistas, como esta de Cultura LIJ (que apuesta a los dos formatos), Cuatro gatos, Imaginaria –en su momento–,Emilia, se redimensiona con encuentros de distintas naturalezas como ferias, congresos y seminarios, como el que se dio en el Salón del Libro Infantil y Juvenil de Río de Janeiro, donde coincidimos representantes de Argentina, Brasil, Colombia, Cuba, Uruguay y Venezuela.
Esos encuentros presenciales consolidan los procesos de retroalimentación que pueden ser redimensionados con acciones programáticas conjuntas de más largo aliento. Para ello es importante impulsar, en nuestros propios países, apoyos de sectores públicos y privados que no suelen ser fáciles de lograr.
Banco del Libro de Venezuela ha sostenido articulaciones con entidades internacionales, pienso en la Universidad de Barcelona y la Maestría conjunta, la participación activa en IBBY, etc. ¿De qué forma diferentes entidades pueden coordinarse? ¿Qué le aporta a un organismo como Banco del Libro la participación de un espacio internacional?
Másallá del proceso genuino de retroalimentación que generan estas alianzas con entidades internacionales, este tipo de articulación impulsa la investigación en torno a los temas que nos competen, a saber: lectura, literatura infantil y juvenil, y promoción de lectura.
Los que trabajamos en la formación de lectores compartimos la concepción de la lectura como una fuerza de integración cívica, lo que demanda de nosotroshoy díamás estudio, intercambio y compromiso pues a las exigencias de nuestro trabajo se incorpora la exigencia que los violentos cambios de las últimas décadas han generado, que nos han llevado a buscar distintas formas de asumir la lectura y su promoción.
Las 10 ediciones del Máster que llevamos con la UAB nos han permitido metabolizar estos cambios de la lectura einteriorizar propuestas teóricas novedosas junto a experiencias innovadoras que se suceden en Iberoamérica. Hemos interactuado con actores fundamentales de la lectura, el libro y su promoción en toda la región. Y muchos de los egresados asumen programas públicos y privados de planes y políticas del libro.
Para el Banco del Libro, esta alianza docente y el trabajo conjunto con IBBY internacional nos ha permitido, a su vez, visibilizar y difundir nuestro trabajo. Creo que de esta forma hemos sido reconocidos con premios de la categoría del Astrid Lindgren Award y el Hamdan UNESCO, lo cual, por supuesto, demanda de nosotros más compromiso.
Las políticas de lectura en nuestros países latinoamericanos ¿a qué riesgos se enfrentan?
Quiero vincular esta pregunta con el trabajo de incidencia que la sociedad civil ha tenido, en mayor o menor grado, en nuestros países entendiendo como sociedad civil un espacio en el que las personas se encuentran de manera organizada para reflexionar, discutir y consensuar a fin de ejercer influencia en la sociedad en su conjunto y en los decisores de políticas públicas.
El compromiso social y las respuestas eficaces y eficientes constituyen los denominadores comunes de las instituciones que conforman el tejido social. En Iberoamérica hacen vida una serie de organizaciones que han dejado una impronta fundamental en el área de la cultura escrita. Multiplican experiencias innovadoras y exitosas que constituyen aportes fundamentales para el quehacer en el área de la lectura y la escritura. Estos haberes y saberes deberían ser tomados en cuenta por los decisores de las políticas públicas de nuestros países, pero no siempre es así.
Es una muestra de la falta de voluntad para la articulación con otros sectores de la sociedad que se requiere para la efectividad de políticas públicas del libro y la lectura. Si bien la responsabilidad recae en el Estado como ente rector, no puede convertirse en un espacio de control y exclusividad. Por el contrario, es una tarea de todos, que involucra a la escuela, los sistemas bibliotecarios y otros espacios no convencionales en el que tienen cabida instituciones privadas y ONG que trabajan en el campo de la lectura. Estas instituciones han desarrollado proyectos piloto validados y perfectamente replicables, que constituyen el soporte idóneo de propuestas de esta naturaleza.
Esto exige hoy, más que nunca, potenciar el impacto de la sociedad civil exigiendo más organización por parte del propio sector y más articulación, compromiso y eficiencia por parte del sector público para propiciar un ambiente habilitador donde se expresen libre y autónomamente una diversidad de intereses representados en asociaciones que ejercen sentido crítico, y reivindiquen el derecho a la pluralidad.
Y digo eso porque formar lectores no puede ser visto solo como estrategia política. Debe ser abordado como un proceso integral en la línea de formar de “actitudes ciudadanas” de pertenencia, convivencia y reconocimiento del otro. El justo equilibro entre derechos y deberes interiorizados.